Existen personas y situaciones que nos enfadan: planes que no salen como queríamos, escuchar alguna crítica, un ‘mal’ imprevisto… Lo cierto es que aunque estas circunstancias que nos provocan un enfado no siempre se pueden evitar, lo que sí es posible cambiar es la forma en que eso te afecta.
Cada vez que dejamos que una persona provoque en nosotros un ataque de ira es como si le dijeras ‘lo que piensas de mí es más importante de lo que yo pienso de mí misma’, dándole el control a la otra persona sobre tu estado emocional.
Normalmente es más sencillo derivar la responsabilidad de nuestros enfados a cosas ajenas y terceras personas que a nosotros mismos, sin embargo, las emociones son solo tuyas, cualquier persona aprender a cambiar la forma en la que le afectan diferentes situaciones problemáticas para así lograr mantener el control.
Para controlar nuestras reacciones ante la ira sigue estas instrucciones:
1. Busca el origen de tu enfado. A veces discutimos con la pareja y volcamos en ella las frustraciones del trabajo, del tráfico, del estrés, etc. De cualquier modo debes aprender a darte cuenta que lo que ha prendido la mecha de la ira no es la causa única de tu reacción. Busca en tu interior qué es lo que te está pasando.
2. No es nada personal. A menudo hacemos interpretaciones erróneas acerca de lo sucedido. A veces escucho ‘mi jefe me ha dicho que me ausente 5 minutos de mi puesto de trabajo, es increíble que después de tantos años dude de mi implicación en la empresa, me duele que no confíe en mí’ y me doy cuenta que la persona está juzgando la crítica de una forma muy personal, ¿en qué parte de la frase su jefe le ha dicho que no se implica en la empresa y que no confía en él? Intenta distanciarte emocionalmente de la situación, tomate unos minutos para desconectar y vuelve cuando logres tener una perspectiva más objetiva y más racional.
3. Practica alguna técnica de respiración o de relajación, eso te ayudará a modular tu enfado rebajando su intensidad y de forma indirecta su importancia. Existen distintas técnicas que puedes utilizar: respiración diafragmática, entrenamiento autógeno, relajación de Jacobson, etc. Elige la que mejor se adapte a ti y a tus circunstancias.